Cuando sufrimos un daño cerebral una de las principales secuelas que suelen aparecer son las alteraciones motoras, pero a parte de estas, hay otras que no son tan evidentes a simple vista, son las alteraciones sensitivas, que suelen pasar desapercibidas y son de vital importancia para la recuperación de la funcionalidad

¿Qué es la sensibilidad?

La sensibilidad es la capacidad que tiene nuestro cerebro de reaccionar a los distintos estímulos que le presentamos en diferentes partes del cuerpo

Tipos de sensibilidad

  • Exteroceptiva: la que nos informa sobre los cambios en el ambiente.
  • Interoceptiva: la que nos informa de nuestras vísceras.
  • Epicrítica: nos permite discriminar grados pequeños de calor, toques ligeros y reconocer distintos objetos.
  • Protopática: detecta las sensaciones de dolor y los cambio bruscos de temperatura.
  • Estereognosia: nos permite reconocer los diferentes objetos que tenemos en la mano.
  • Hiperestesia: causa un aumento desagradable de la sensibilidad cutánea.
  • Hipoestesia: provoca una disminución de la sensibilidad cutánea.

Importancia de la sensibilidad en la rehabilitación neurológica

La sensibilidad está implicada en el correcto funcionamiento del resto de nuestro cuerpo. Es fundamental que sea tratada en personas que han sufrido un daño cerebral ya que la sensibilidad:

  • Permite y modula la respuesta para un movimiento.
  • Permite regular, adaptar y modifica la postura y los movimientos durante su ejecución.
  • Nos proporciona información sobre nuestro esquema corporal. 
  • Complementa a la visión para la interacción con objetos y la habilidad manual.
  • En la manipulación:
    • Adecuarnos a las características del objeto (tamaño, forma, peso…)
    • Hacer un buen ajuste antes de coger un objeto.
    • Regula, adapta y modifica los movimientos de la mano durante la tarea.

¿Por qué es importante rehabilitarla?

Cuando la sensibilidad se ve alterada la persona presenta movimientos pobres, descoordinados y poco precisos. A su vez, es común encontrarnos con agarres con una fuerza inadecuada. Por ejemplo, al agarrar una botella podemos hacer tanta fuerza que la aplastamos o no suficiente y que se caiga. La falta de sensibilidad también afecta a la tensión corporal, puede alterar la realización de algunos movimiento y contribuye a la falta de conciencia del hemicuerpo afecto fomentando la negligencia de éste.

Como bien sabemos, no existen dos personas iguales, lo mismo pasa con un daño cerebral, a pesar de tener afectada la misma zona, no tienen porque estar afectados de la misma manera. Para ello es necesario realizar una valoración por parte del terapeuta ocupacional o el fisioterapeuta con el fin de determinar donde está la alteración y la técnica más adecuada para abordarla.

María Martinez RiberaTerapeuta Ocupacional Neurológica